Jeff Loomis - Plains Of Oblivion (2012)
Progressive Metal
Century Media
2012
Temas
1. Mercurial 05:34
2. The Ultimatum 04:40
3. Escape Velocity 04:31
4. Tragedy and Harmony 05:01
5. Requiem For The Living 04:52
6. Continuum Drift 05:39
7. Surrender 05:35
8. Chosen Time 04:33
9. Rapture 02:44
10. Sibylline Origin 04:35
Formación
Guitarra: Jeff Loomis
Bajo: Shane Lentz
Batería: Dirk Verbeuren
Crítica
La segunda obra en solitario del ex guitarrista de Nevermore, Jeff Loomis, está compuesta por diez temas repletos de metal progresivo, virtuosismo en cada segundo y tralla pesada de principio a fin. En este trabajo cuenta con la colaboración de grandes artistas, que iré mencionando según los temas. Sin más preámbulos comencemos por el primero…
Mercurial: Desfase y desestructuración sin frenos. Plains of Oblivion se abre con un tema agresivo, con la colaboración del guitarrista Marty Friedman (ex Megadeth). Una batería arrolladora y unos solos deslumbrantes, rápidos, incluso caóticos en algunos momentos. Estructuralmente apenas se sostiene, pues es una muestra del potencial de Loomis, para ir abriendo boca (u oído) a los oyentes. Por esta razón carece quizás de un orden lógico compositivo, pero sin duda, nos pone a tono para lo que nos viene a continuación.
La tralla continúa sin detenerse con The Ultimatum. En este tema contamos con la colaboración del guitarrista Tony MacAlpine (colaborador de Steve Vai como guitarrista y teclista). Se nota un toque más clásico que recuerda a Malmsteen: solos más profundos, y con un orden más equilibrado a lo largo del tema. La fluidez y la brutalidad de las guitarras consiguen tocar la vena sensible, sobre todo a cualquier amante de las guitarras y del metal extremo.
Continuamos con la tercera pista, titulada Escape Velocity. El ambiente no ha cambiado mucho, seguimos con la velocidad guitarrística como principal protagonista, con alguna sorpresa por la mitad del tema donde se rompe ese tempo para sensibilizar un poco (recurso un tanto utilizado hasta aquí). El nombre del tema lo dice todo, velocidad, virtuosismo, fuerza, garra, que termina todo en un caos instrumental para frenar de golpe.
El cuarto tema es el primero con voz y se llama Tragedy and Harmony. Entra en escena Christine Rhoades, cantante ocasional en Nevermore, para darle un toque dramático a tanta instrumentación. Pero el espíritu del álbum no cesa, en cada estrofa se hace latente la composición de Loomis de fondo, (o no tan de fondo), con unos teclados que ambientan perfectamente a la canción.
Requiem for the living, quizás el mejor tema del disco. Con la colaboración de Attila Voros (actual guitarrista de Nevermore). Ya os podéis imaginar que puede salir de esta explosiva combinación. Solos increíbles, melódicos y progresivos al mismo tiempo, que recuerdan a la técnica de Jason Becker, desde el inicio hasta el final de la pista. Una obra maestra donde las haya, y un ejemplo clarísimo que aun en el 2012 pueden existir piezas que estén a la altura de la grandeza guitarrística de los 80.
Estamos en el ecuador del álbum, para dar paso a Continuum Drift. Chris Poland (ex Megadeth), colabora en este tema instrumental. Se trata de una pista más íntima y soberbia, con unos tempos más lentos, sensibles, que dan juego a los virtuosismos de ambos guitarristas. Sin embargo, va cogiendo aceleración a lo largo del tema, creando una compacidad en conjunto sobrevolando un listón que ya estaba bastante alto. Se recrean unos solos melódicos, cantables y fáciles de recordar a medida que se repiten a lo largo de su estructura. El tema termina con unos acordes lentos para completar esta maravilla compositiva.
El tema más agresivo melódicamente hablando viene ahora: Surrender. Movimientos de cabeza asegurado. La rabia se hace latente en los versos del cantante Ihsahn (cantante de Emperor). Un tema que no podía faltar en este “museo de arte” que se trata Plains of Oblivion, donde no solamente contamos con progresión desbordada sin freno, sino que cada tema introduce en sus venas un elemento diferente, ambientes distintivos. La batería realiza unos cambios de ritmos incomprensibles, pero acordes a las guitarras, a tempo, para continuar con unas velocidades extremas y terminar en unos coros dramáticos como estribillo del tema y doblados por la guitarra arrolladora de Loomis que se van repitiendo para culminar el tema en fade out. Otra obra maestra. Se nota que es en la mitad del álbum donde se alcanza el clímax.
Christine Rhoades vuelve a la carga en la siguiente canción, que no es sino una balada. Hablamos de Chosen Time. Una voz melancólica, cuyos versos van siendo contestados por la guitarra. Un estribillo casi comercial, que transmite lamento y esperanza a la vez, que le otorga una belleza descomunal. Estructuralmente se basa en un sencillo recurso de estrofas y estribillo, para dedicarle al álbum un soplo de aire fresco y de calma total.
El tema más corto del álbum (no llega a tres minutos) es el que se nos presenta ahora: Rupture. Se presagia que nos preparan para la apoteosis del último tema con unos arpegios terriblemente dramáticos de guitarras acústicas, que recuerdan en algunas partes a “Nothing else matters” pero españolizada. Una bella pieza, que también sorprende en todo el conjunto del álbum de Loomis. Se trata de un puente, un capricho del compositor, pero que sin duda era necesario para culminar por todo lo alto con la décima y definitiva pista:
Sibylline Origin. Comienza con unos riffs pesados y semi lentos, durante un par de vueltas para dar paso a unos solos de guitarra de nuevo desgarradores. A mitad del tema se vuelve a utilizar el recurso de frenar un poco la tralla para dar paso a unos acordes de guitarra acústica de fondo y un Loomis desbordante que se queda tan ancho tocando unos solos impresionantes, progresivos, que vuelven a recordar a Becker. Este tema nos devuelve el virtuosismo de los dos primeros temas para completar la obra de manera conceptual y cerrada.
En general, Plains of Oblivion es una galería de metal progresivo que intercala varios puntos de inflexión en cada uno de sus temas. Como siempre digo, el que no sepa apreciar todo el trabajo de composición que se esconde detrás, no sabrá valorar este disco y puede que le resulte algo aburrido. De la misma manera se ha de ser un buen amante de los guitarristas que han hecho historia, al igual que los contemporáneos, para disfrutar cada nota, cada traste y cada punteado interpretado a lo largo del disco. Sin embargo, por su variedad (dentro de lo que cabe en una obra de virtuosismo), el alto número de grandes artistas colaboradores, la técnica que exige este género, la integridad musical entre los instrumentos, el sonido que desprende cada uno de ellos, ecualizados a la perfección y el gran trabajo compositivo que embriaga Loomis, no puedo ponerle menos de un 9 a esta obra.
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