Finntroll + Skálmöld + Ravenblood - 12/10/2013 Sala Razzmatazz 2 (Barcelona)
Cuenta la leyenda que antaño centenares de Trolls salían de sus cavernas, descendían de las montañas y se reunían en las frías calles de la ciudad para invocar a las fuerzas de la Naturaleza. El pasado sábado, Satan Arise tuvo el honor de asistir a uno de esos “aquelarres” en el que decenas de duendes, trolls, hadas, enanos, ents y hobbits disfrutaron de una noche de diversión desenfrenada, jubiloso delirio y deleite musical.
Extremadamente puntual -demasiado, quizá, pues cuando acabamos de entrar todos en la sala ya había tocado un par de canciones- Ravenblood inauguró el culto. Aunque el sonido no fue lo mejor de la actuación, el quinteto barcelonés nos brindó una buena dosis de su característico melodic death metal con trasfondo épico. Potencia, fuerza, energía, agresividad y mucha pasión fueron las armas que utilizaron en esta batalla de la que sin duda, salieron victoriosos. Poco a poco y con escasas 6 canciones, se ganaron al público que, hipnotizado por los desgarradores rugidos de Daniel, por la furia de la batería y la maestría de ambos guitarristas, no dejó de agitar la cabeza ni un instante, acatando con sumisa voluntad los mandatos del frontman. Todo ese metal warrior spirit se materializó en un final wall of death, dejando muy buen sabor de boca tanto a unos como a otros.
No sé si sería por la emoción y las ganas de ver a Finntroll o por la euforia que nos dejó Ravenblood en el cuerpo, pero la acogida que tuvieron los nórdicos Skálmöld fue excepcional. Por primera vez en la Ciudad Condal y como enunciadores del “evangelio troll”, se mostraron ilusionados, enérgicos y con muchas ganas de agradar al público. Desde los más fríos parajes de Islandia nos trajeron un viking metal influenciado por su música tradicional, repleto de antiguas leyendas, historias y mitos. A diferencia de sus predecesores, el sonido fue mejor pero la puesta en escena dejó que desear. Si cierto es que al ser una formación numerosa el escenario se les quedó algo pequeño, la invariabilidad de su música, la peculiar y algo desidiosa voz del vocalista y la poca originalidad que ofrecen debido a la gran explotación del género; acabó por convertir su espectáculo en una ceremonia que sumió a gran parte del público en un estado de trance. Pese a ello, la banda no disminuyó la intensidad de su discurso ni un instante e intentó mantener elevados los ánimos del público, recordando repetidas veces lo que venía a continuación...
Quietud, silencio, oscuridad, inmóviles cuerpos expectantes, alientos contenidos... la calma que precede a la tempestad. Y de pronto... luces verdes en el horizonte, un rugido... ¡Trolls! La incapacidad del público de mantener la compostura ante las primeras notas de “Blodsvept” mostró lo esperadísima que había sido esa visita. Con su nueva imagen pirate troll de la época de las máquinas de vapor, Finntroll salió dispuesto a llevar al público a las profundidades de su miesterioso mundo a golpe de folk, humppa, oscuras letras y mucha pero que mucha diversión. Como los engranajes de un reloj, cada miembro de la formación interpretó su propio papel, pero el conjunto era compacto y harmonioso, cosa que propició una gran complicidad entre predicadores y fieles. En todo momento,“Vreth”, de voluntad implacable y con solemne actitud, dirigió a la multitud a su antojo como si de títeres se tratara, con sus crudos rugidos, acompañado por las embriagadoras melodías tanto de sus recientes como más antiguos discos. El primer cómputo fue el más extenso pero no el menos disfrutado ni aclamado, del que cabe destacar Solsagan, Ett Folk Förbannat, Under Bergets Rot, Skogsdotter y Häxbrygd. Sin embargo, no hay duda de que el segundo fue el más anhelado: Slaget Vid Blodsälv, En Mäktig Här, Svartberg, Nedgång y Jakens Tid fueron algunas de las elegidas y con las que realmente disfrutaron los más devotos. Finntroll no hace distinciones entre neófitos y veteranos, acoge entre sus ramas a todas aquellas criaturas amantes del folk y quizá por ello terminaron despidiéndose con los clásicos alabados por todos: Nättfodd y Trollhammaren, con las que todas las almas presentes danzaron, rieron y sobre todo, gozaron.
Con sinceros, humildes y eternos agradecimientos abandonaron el escenario para retornar a la Oscuridad, habiéndonos hecho sentir especiales por haber presenciado tan magnífico espectáculo, por habernos dejado entrar en el jardín de su complejo y fascinante mundo.
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