Suscríbete aquí!


Avalanch + Nurcry + Secta The New Valdemoro (Valdemoro (Madrid))

Hexed + Unchosen Ones Urban Rock Concept (Gasteiz (Vitoria))

Cobra Spell Rockville (Madrid)

We Rock (Dio Tribute) + Crimson Colt Bóveda (Barcelona)

Avalanch + Nurcry + Redención Zero Garaje Beat Club (Murcia)

Kiss the night with Jordy Stanley + Blue Madness Sixx Rock (Madrid)

Leo Jiménez Razzmatazz 2 (Barcelona)

Kabrönes El Escénico de Illescas (Toledo)

Kabrönes + Dragonfly + Jaleo Auditorio Julio Iglesias (Benidorm)

Heavy Pettin Silikona (Madrid)

Alestorm + Saurom + Stratovarius + Rata Blanca + Wind Rose + Tyr + Equilibrium + El Reno Renardo + Kalmah + Ars Amandi + Eihwar + Linkoln Park + Oceans Ate Alaska + Brian Downey + Evil Invaders Zona polideportiva (Villena)

Móntate un grupo

Móntate un grupo

Si tienes dieciséis, dieciocho, veinte años y te gusta la música, yo te diría: móntate un grupo. No estoy en posición de decir tómatelo en serio, ve a por todas, invierte todos tus ahorros, ocupa el garaje de tu casa. Tampoco diría pasa de estudiar las canciones, ve al local a beber litros con tus colegas, aprenderos cuatro covers rancias, el caso es hacer ruido y tener una excusa para ponerse tibios. Tampoco sabría decirte si es mejor que te compres la guitarra más barata de Thomann y vayas aprendiendo acordes según sacáis canciones, o que pases cinco años en tu cueva mirando todos los vídeos de Guthrie Govan y cuando creas que eres un dios o una diosa del mástil busques una banda que esté a tu altura (¡ja!). Quizá lo mejor sea una combinación de todas esas cosas, no lo sé. Eso depende de cada uno, pero sea como sea, sí que te diría: móntate un grupo. Y sí, hay que sostener la escena nacional, hace falta sangre nueva y todo lo que queráis, pero esto no va de eso.

Hace poco me junté con los otros músicos de la que era mi banda y nos repartimos el dinero que nos quedaba, cerramos la cuenta del banco y nos fuimos a cenar, a beber vino y a recordar batallitas. Tuvimos que dejarlo. Hay muchas razones, pero la principal es, así en general, la vida: problemas con el trabajo, varios miembros viviendo fuera del país, etcétera. Y cuando se termina una etapa como esta, que ha durado unos ocho años en nuestro caso, es inevitable preguntarse: ¿valió la pena? Todos estamos de acuerdo en que rotundamente sí.

En mi caso, si no me hubiera montado un grupo (voy a matizar: si no me hubiera metido en un grupo que estaban montando dos tíos que me presentó un conocido lejano), mi vida habría sido muy diferente, y mucho más aburrida. Si no me hubiera montado un grupo no habría hecho todos esos viajes, no habría dormido en todas esas casas de colegas, hostales, hoteles y pisos de alquiler. Si no me hubiera montado un grupo no habría hecho otras cosas relacionadas con la música, como tocar en bodas con algunos de los miembros, tocar en institutos, en restaurantes o escribir música para una obra de teatro. No sabría lo que es calcular hasta el último euro para ver si compensa la gasolina, el alquiler de la sala, los bocatas y la bebida para dar un concierto en tal sitio, y aun así perder dinero, pero tampoco sabría lo que es que te den un sobre bien gordo antes de tocar y te paguen un hotel de cuatro estrellas y un concejal demasiado motivado te diga con los ojos vidriosos que sois unos máquinas y unos cracks y unos campeones.

Si no hubiera tocado en ese grupo, de hecho, puede que nunca hubiera comprendido que tocar delante del público puede ser algo increíblemente divertido, vibrante e intenso, y tiene muy poco que ver con la ansiedad y el frío de las audiciones del Conservatorio. Si no hubiera estado en ese grupo no habría forjado un puñado de amistades que todavía duran, y no hubiera conocido a muchísima otra gente, entre ellos algunos músicos que me molaban desde mucho antes del primer ensayo. Tampoco habría escuchado mucha música nueva que descubrí gracias al resto de la banda, ni habría ido a muchos conciertos y festivales a los que fuimos juntos. Si no hubiera montado ese grupo no habría grabado dos discos, no habría experimentado lo raro que es que tus canciones se vendan en Japón, ni sabría lo que es que vengan chavales superemocionados para que les firmes un cd, para que les des una púa, para preguntarte que cuándo sacas más material. No sabría nada de grabar en un estudio profesional, ni del extraño ambiente que se forma cuando estáis todos metidos en el mismo piso de estudiantes durante tres semanas, acabando canciones a última hora, tocando juntos, amontonando cervezas, discutiendo, cocinando, viviendo juntos alrededor de la música.

Si no hubiera tenido ese grupo no habría conocido a dos chicas muy importantes en mi vida, y tampoco habría vivido ciertas crisis con esas u otras chicas importantes, y lo mismo puedo decir de los amigos y de los propios músicos. Si no hubiera estado en el grupo no habría gastado tanto dinero en instrumentos, seguro, pero tampoco habría cobrado nunca una cantidad ridículamente alta por tocar diez minutos en la boda de unos desconocidos, en un piano de cola maravilloso. Sabría mucho menos de improvisar, en el instrumento y en la vida. Si no hubiera montado el grupo habría tenido quizá mejores notas en la carrera, pero no me habrían llamado luego de otros grupos con los que compartimos tablas, y nunca habría ido de gira por México ni podría decir que viví un terremoto encima del escenario, que siempre es una buena historia de bar, para qué engañarnos. Sí, en definitiva, si no hubiera entrado en un grupo cuando tenía dieciocho años sabría menos de la alegría y del dolor, de los egos y de la generosidad, de los estafadores y de la gente honrada que verdaderamente ama algo sin condiciones, sin esperar nada a cambio. Suena muy trillado, pero es así: si no hubiera montado un grupo sabría mucho menos acerca de la música, acerca de la vida, y estoy seguro de que nunca las habría disfrutado como lo he hecho.

Han pasado unos diez años desde que entré por primera vez a cierto local de ensayo cochambroso en un polígono industrial, desde que arrastramos un sofá que encontramos en la basura hasta el local, desde que me descargué (aquí espero sonrisas cómplices) el GuitarPro 5 y empecé a aprenderme solos de teclistas finlandeses, como mejor podía, tan lejos de Bach o de Chopin (a los que amo y amaré siempre). Han pasado casi un par —de años, digo— desde que dijimos: es imposible, amigos, no podemos seguir. Han pasado muchas caras y muchas noches y muchas canciones. No sé si montaré más grupos, no sé si volveré a hacer esas cosas, ni siquiera sé si un día resultará que podemos volver, y volveremos. Pero sé que entrar en ese local cochambroso fue una de las mejores decisiones de mi vida, así que ya sabes: si tienes dieciséis, dieciocho, veinte años…


(Esto podría ir dedicado a muchas personas, pero especialmente es para Álvaro, Andrés, Dennis, Edu, Víctor, Miguel y Moresi)

Fer Riesgo
15/01/2018

03/06/2023
Ruock en Ruoll Tales #3
02/05/2023
Ruock en Ruoll Tales #2
20/05/2022
Verónica
06/05/2022
Alicia Cortés
10/06/2021
Noemí
04/06/2021
Patricia Pons
27/05/2021
Bárbara Black
08/05/2021
Roxana Restepo
27/04/2021
Elba Blanco
12/03/2021
Mireia Fontarrosa




Warning: count(): Parameter must be an array or an object that implements Countable in /web/htdocs/www.satanarise.com/home/sources/ob_page.php on line 1198
Inicio Noticias Críticas Conciertos Crónicas Entrevistas Satan Arise
Licencia Creative Commons
Satan Arise por www.satanarise.com se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.