Opeth - The Last will and Testament (2024)
Progressive Metal
Reigning Phoenix Music
2024
Temas
1. §I
2. §II
3. §III
4. §IV
5. §V
6. §VI
7. §VII
8. A Story Never Told
Formación
Voz, guitarra: Mikael Åkerfeldt
Guitarra, coros: Fredrik Åkessson
Bajo: Martín Méndez
Batería y percusión: Waltteri Väyrynen
Teclados, coros: Joakim Svalberg
Crítica
Tras un largo letargo en el que he estado en mis asuntos personales, pues no ha sido un año fácil, al fin me dispongo a reseñar uno de los discos del año de uno de mis grupos estandartes como lo es Opeth y con más motivo, pues estamos ante una de las obras más ambiciosas de los de Mikael. Y es que la vuelta a los guturales que tanto echábamos de menos y con el aliciente de presentarnos unas guitarras con más ataque, son motivo principal para que os cuente como suena esta obra de teatro que nos brindan los suecos que tanto amamos.
Entiendo que es un grupo de sobra ya conocido por la comunidad metalera y que tal vez se hayan leído unas cuantas críticas de este disco y que no sea moral, pero me veo en la obligación de hacerlo, pues para mí representa un halo de aire fresco y un empujón para terminar de forma gloriosa el año.
Desde el acertadísimo “Still Life”, que por cierto es para el presente su mejor obra, no se contaba una historia en sus discos, pero eso es un detalle que tal vez no tenga mucha importancia, sino más bien el detalle de una “vuelta” a sus orígenes con el aliciente de conjugar perfectamente su faceta más rock progresiva que nos venían presentando desde el flojo “Heritage”, y en el que nos cuenta mediante párrafos del testamento de un fallecido millonario una trama que transcurre con sus herederos de una forma misteriosa.
El disco fue publicado el 22 de Noviembre bajo el sello de Moderbolaget/Reigning Phoenix Music, y está compuesto por ocho temas divididos en párrafos, pues cada canción tiene el símbolo del párrafo con su número, excepto el octavo tema que se titula “A Story Never Told”, con una duración más que agradecida de 50:52 minutos y producido por el bueno de Mikael Akerfeldt, Stefan Boman y Dave Stewart. La participación del nuevo batería (ex-Paradise Lost) Waltteri Vayrynen que ya venía rodado desde el 2022, ha insuflado aire nuevo en los parches con una contundencia y técnica aplastante digna de Martín López, y con el añadido de la participación estelar del maestro Ian Anderson (Jethro Tull) en algunas voces y como no, su aporte mágico en la flauta en el cuarto tema, además de la tímida aparición de Joey Tempest con otro registro desconocido en él, en la segunda canción que apenas se aprecia.
Entrando ya en materia musical, es complicado explicar tema por tema, pues nos encontramos con un disco que se ha de escuchar en su integridad, ya que todas y cada una de sus canciones forman una parte de un todo cohesionadas perfectamente y bien ligadas que te llevan como una ola, una detrás de otra lo cual hacen de este disco como lo que es, uno de los mejores trabajos del año de progresivo y del grupo en general, pero puestos en la materia me gustaría resaltar unos cuantos detalles del mismo.
El adelanto que nos dejó a todos con los dientes largos fue el primer tema, que empieza con un aura misteriosa marca de la casa y una linea de bajo bien marcada tras la cual un enrevesado riff machacón nos anuncia que Opeth están de vuelta y los guturales alternados con las voces limpias de Mikael ya nos dejan presente que lo que se nos presenta es algo muy grande. Se palpa ese ambiente “proggy” de sus discos anteriores en algunas partes de la canción con un mellotrón setentero (pues el disco fluye entre los riffs más death de antaño con pasajes más setenteros a lo Yes, King Crimson..). Un final calmado con instrumentos de viento nos lleva a su segundo corte que sigue con la agresividad y con riffs pesados en el que se intercalan de nuevo partes más roqueras y un Mikael con un estado de voz magnífico. Hay una parte narrada con un riff muy roquero que llama la atención, pues es de los pocos que se te quedan grabados y con el protagonismo de los teclados muy setenteros, y es que estamos ante un vaivén de partes muy heavys con otros ambientes más oníricos. Tras estos dos temas, ya podemos asegurar que Opeth han sobrepasado su estado compositivo y nos damos cuenta que quizá sea el disco más complejo de su carrera el cual no es fácil digerir a la primera pero que con las escuchas acabará siendo un gran trabajo con muy buenos arreglos y partes muy enrevesadas con mucho sentido en su contexto.
Destacamos también su tercer corte (que también sirvió de adelanto) con un inicio arábigo, siendo este tema menos intrincado en el que predomina un trabajo de guitarras con un buen ataque, las voces limpias de Mikael y las típicas melodías de antaño, que me recuerdan a uno de los mejores temas del Ghost Reveries, “The Harlequim Forest”.
Y llega el momento de una de las canciones más sorprendentes del redondo, con una intro de teclados muy setentera. Es un tema tan complejo y oscuro que lo mejor es disfrutarlo con los auriculares, donde de nuevo la alternancia de los guturales y voces limpias nos transportan en un viaje de sensaciones casi bajo el efecto de un encantamiento. El juego entre la flauta de Ian Anderson con la respuesta de los solos de guitarra es magistral. Los siete minutos en los que transcurre nos indican que es uno de los mejores trabajos del grupo en el que sólo nos queda otra cosa que dejarnos llevar. Y ya por este tema, el disco se merece ser candidato a disco del año.
No se queda atrás el quinto tema que nos presenta pasajes flamencos y es otro de los temas más destacados, en el que (otra vez) nos transporta a un viaje oscuro y misterioso, digno de ser otro de los mejores trabajos del grupo.
En cuanto a la interpretación de los músicos, he de destacar que es de sobresaliente, con mucho protagonismo de Martín Mendez al bajo, Joakim Svalberg al Mellotron, Moog, Hammond… y por supuesto Waltteri a la batería que hace un trabajo magistral lleno de “fills” y ritmos complejos, sin menospreciar el trabajo del dueto de guitarras de Mikael y el ya guitarra solista por honor, Fredrik Akesson con los solos precisos durante todo el trabajo, destacando el de “A Story Never Told” con mucho sentimiento. Huelga decir que Mikael hace un trabajo a las voces muy variado y rico en el que amplía sus registros, demostrando ser de los mejores cantantes de la actualidad
El resto del disco sigue un alto nivel tanto en composición como en interpretación en el que no sobra absolutamente nada y que nos sigue deleitando entre partes más agresivas y otras más setenteras.
El cierre perfecto con “A Story Never Told” es quizá la canción que más se distingue de las demás pero no por ello peor. Se trata del corte más tranquilo y a su vez magistral que nos transporta a los mejores tiempos de los grupos de los setenta con una onírica melodía de piano y un Mikael melancólico con bellas ambientaciones tanto vocales como instrumentales. Podríamos asemejarla a lo hecho en el disco “Damnation” o “Hours of Wealth” de su gran album “Ghost Reveries”. Broche final ideal para un trabajo que dará mucho que hablar a los amantes de la buena música.
En definitiva, tras varios discos con altibajos en el que se empeñaban sólo en mostrarnos una faceta más ligera y “proggy”, nos regalan una compleja obra de arte que fusiona la parte más agresiva y “death” de los suecos, con lo mejor de su última época, mezclando el metal con jazz, música sinfónica y folclore de una forma envidiable. ¿Qué más se puede pedir a la música que no sea la riqueza que nos aporta Opeth? es por ello que se lleva su merecido 9,8 (porque perfecto no hay nada) y disco del año. El único pero es qué nos podrán presentar en futuros trabajos tras éste y sería de temer que se acomodaran en esto o quizá den otra vuelta de tuerca, pero visto lo visto, parece que Opeth no tienen límites.
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