Bihotza – Un grito desde las entrañas del Lumpen - 04/10/24 - La Nau (Bcn)
La Sala La Nau de Barcelona se convirtió el pasado 4 de octubre en el escenario de la presentación del nuevo proyecto punk rock Bihotza.
Esta banda, que se perfila como una rara avis dentro del panorama del rock nacional, está compuesta por nombres con peso como Calero LDN, con un trasfondo en el rap urbano, e Iván Pozuelo "Guevo", batería de SKA-P, acompañados por Chara Corrado al bajo y Elena Castelló en la guitarra. Su propuesta, lejos de los clichés esperados, no mezcla Ska-punk y rap, sino que tiene un enfoque más visceral, más de calle, donde las letras exploran el alma y los sentimientos más que la lucha social.
La vibra que se respiraba en la sala tenía cierto aire de resistencia: un centenar de personas, caras conocidas de la movida Rock de Marina, y un suelo de parquet que prometía desafiar a las señoras de la limpieza tras lo que sería una tormenta de vasos derramados. La ubicación, justo al lado de la cárcel de Wad-ras, parecía un preludio perfecto para lo que vendría: un concierto marcado por la crudeza y la rabia, tanto en el escenario como entre el público.
La noche arrancó con una introducción de violines, un contraste inesperado que subió las expectativas, mientras los miembros de Bihotza entraban al escenario entre ovaciones. La gente ya estaba en pie antes de que Calero hiciera acto de presencia con una cerveza en la mano y un "Hoy volví a beber", desatando una vorágine en el estribillo. El público respondió de inmediato, calentando la primera fila en lo que fue solo un anticipo de la tempestad que se avecinaba.
Tras la descarga inicial, Calero tomó el micro para presentar a la banda y desvelar un dato impactante: Guevo, el batería, estaba tocando con una costilla fracturada. El gesto fue recibido con respeto y admiración por el público, que parecía aún más entregado tras conocer la valentía que había detrás de cada baquetazo.
El show avanzó con una mezcla de temas conocidos e inéditos. "Tinieblas" dejó claro que Bihotza no estaba para medias tintas, mientras que "Odiado por ser así" y "Corazón pagano" sacaron el lado más rapero de Calero, con un flow que resonaba en las paredes de la sala.
Luego, con "Indomable", el concierto volvió a ponerse punk, con un riff que recordaba a los primeros discos de Marea, aunque con un sonido más feroz. De repente, comenzó a sonar "Corazón ardiendo", y la sala explotó en energía. Las primeras filas se transformaron en un mar bamboleante de sudor, con el público entregado al máximo. Mientras tanto, a Calero empezaba a faltarle el aire; la intensidad del tema exigía una energía desbordante, más propia de un vocalista de punk curtido en descargas de rabia que de un rapero habituado a dominar la métrica y el ritmo.
El ambiente dio un giro más intimista con "Volveremos al infierno", un tema inédito que bajó las revoluciones y mostró el lado más emocional del cuarteto. Aquí, Bihotza toma distancia del punk combativo y social para una exploración más profunda de los sentimientos, algo que sorprendió a parte del público pero que fue recibido con aplausos sinceros. "Noches frías" siguió esa estela, al igual que el también inédito "Follaremos Colocados".
A medida que la noche avanzaba, la energía fue subiendo de nuevo. "Perdí el control", un tema creado en colaboración con Sebastián Teysera que el público recibió con entusiasmo, fue uno de los momentos clave de la noche. El estribillo, altamente coreable, resonó por toda la sala, levantando a la audiencia y creando una atmósfera de pura comunión.
Acto seguido, "Enganchado a tu veneno" inyectó de nuevo un sonido más punk, recordando a Gatillazo. A pesar de ser otro tema inédito, consiguió hacer bailar al público, demostrando el dominio que tiene la banda sobre su audiencia.
"Carroñeros" encendió la sala con su arranque cercano al hardcore. Calero, completamente desatado, se adueñó del escenario, interactuando con Chara y Elena, quienes contribuyeron a la sólida puesta en escena. La canción terminó con el público coreando "El que no bote, Policía Nacional."
El torbellino continuó con "El vendaval", otro tema enérgico que desató el frenesí en las primeras filas. Tras eso, Calero añadía un toque de nostalgia al recordar las fiestas de Bilbao. Luego, "No me haces bien" volvió a levantar a la sala tras la charla, conectando de nuevo con el público gracias a sus letras sobre la fraternidad que se forja alrededor de los inodoros de los bares musicales.
"Corona de espinas", la canción que da nombre al disco, fue uno de los momentos más intensos del concierto. El pogo estalló y el sudor y la energía dominaron el ambiente, sobre todo en las primeras filas.
Finalmente, llegó el colofón de la noche con "Dispárame", un tema compuesto en 2018 que sigue sonando fresco. Calero aguanta como puede con una voz ya cascada rozando lo Dani Filth, mientras “Guevo”, pese a su lesión, dio una auténtica lección aguantando el tipo como un jabato, dándole duro a la batería pese a la fisura en las costillas. La gente se subía unos encima de otros en un último empujón de adrenalina. Calero, incluso, bajó del escenario para unirse al público mientras el concierto llegaba a su clímax final.
Bihotza demostró en la Sala La Nau que, aunque nuevos en la escena, es un proyecto con mucho potencial. Su mezcla de punk rock callejero y vacilón con letras emocionales logró conectar con el público, creando una atmósfera de fraternidad y desahogo. Con un repertorio muy valiente que mezcla lo inédito y lo ya conocido, dejaron claro que lo suyo tiene mucho más que ver con el alma que con quejarse del sistema, regalándonos un buen directo lleno de energía y potencia.
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