Dry River - 15/02/25 - Sala Mon (Madrid)
Los castellonenses encaraban su tercer lleno consecutivo en la capital y en la misma sala MON, que durante el tour de Cuarto Creciente se ha convertido en su feudo particular, pues en Madrid siempre tienen su segunda casa.
Encarar una crónica de Dry River es un dèjá vu, pues poco más se puede decir que no haya dicho ya. Sin embargo, me gustaría poner el punto de vista en aquellos que se maravillaron al ver a la banda por primera vez. Una primera vez con ellos no se olvida nunca, así como la satisfacción de verlos crecer con cada visita.
En mi caso, desde aquél lejano 21 de octubre de 2017 en la Tartufo, han sido ya unas cuantas.
Siempre hablando desde la perspectiva de las giras y las salas, pues me siento más cómodo que en los festivales.
Fanfi se plantó en el escenario como maestro de ceremonias, y como si de una gala se tratase presentó a la banda con el desparpajo habitual. La introducción teatral daba paso a un enérgico Ángel, que emergió enérgico e inagotable, como un huracán contagiando el entusiasmo a los asistentes que abarrotaban la sala, con una actitud que perduraría toda la velada. Los coros de “Culpable” abrían la noche junto a la sobriedad de las 6 cuerdas de Matías y Guillermo, quienes se repartieron de la manera habitual los distintos solos, - unos más expresivos, otros más virtuosos y otros más austeros, pero siempre elegantes -, además de la labor rítmica jugando con distintas armonías.
Junto a ellos, como siempre se hallaba la potente base rítmica conformada por David Mascaró con su bajo de cinco cuerdas, siempre nítido, potente y omnipresente y que hizo vibrar al personal. Pedro Corral completaba la base rítmica, quien demostró la pegada que posee, además de innumerables recursos técnicos y estilísticos con una musicalidad, tacto y gusto envidiables. Todo ello sin mucho artificio, con un kit en el que se busca la practicidad y la comodidad y huyendo de abarcar demasiado espacio en el escenario. Tras las teclas, la clase y elegancia de Miquel Centelles, quien siempre nos brinda conciertos sobrios, destacando cuando la canción lo requiere, pero siempre omnipresente y enriqueciendo aún más la música del sexteto castellonense.
De esta manera, a Culpable se le unió Pequeño Animal, que deja al descubierto su vena más progresiva con los reyes por excelencia, Dream Theater y con Queen en los coros como una constante, en la que Ángel hace gala de una capacidad para transmitir emociones y dominio de su instrumento envidiables y donde cada instrumentista brilla por sí mismo y por lo que es capaz de lograr en equipo.
Segundo intento pondría el toque hardrockero y AOR,- bien influenciado por los mejores Journey, Asia o TOTO -, junto al sempiterno optimismo que brilla en muchos de sus himnos, poniendo especial atención a las guitarras de Guillermo y Matías con pasaje acústico incluido, y a la atmósfera ochentera de Miquel, aderezadas con las bonitas líneas vocales de Ángel, que demuestra ser uno de los vocalistas más en forma de este país.
Camino, Fundido a negro y Perder el norte nos devolverían por unos minutos a 2038, mostrando por un lado la contundencia de las guitarras que gira entre la influencia de Metallica y los arreglos de cuerdas clásicas creando bonitos y veloces contrastes con una letra muy vitalista, que al igual que Perder el norte, respira la influencia de Asfalto y Queen por los cuatro costados, dejándonos con los pelos como escarpias en un tema para mí atemporal y que está muy de actualidad. Respecto a Fundido a negro, destaco la contundencia del sonido, los arreglos y el pesimismo y crítica en unas letras que abordan el cambio climático, con una batería y sección rítmica que recuerda a los Muse de principio de siglo, con unas melodías y progresiones de acordes que levantaron al público en todo momento.
La influencia de Julio Castejón está siempre presente, y así lo harían saber a los asistentes, dedicando al líder de Asfalto otro magnífico corte como “La Libertad”, quien por cierto se encontraba presente en la sala disfrutando del espectáculo. Una canción en la que la base rítmica y en especial el bajo de David Mascaró se hacen protagonistas, entre las teclas de Miquel Centelles, quien alterna el piano con atmósferas más ochenteras con pasajes más progresivos.
Unos rezos, o lo que a mí me parecen más unas palabras en Pársel, lengua de serpientes abren paso al Profesor Snape… perdón, a “La Serpiente” personificada por Fanfi, ataviado con una túnica monacal y una biblia incendiaria. Una letra sin pelos en la lengua, crítica y cruda como queda reflejado en la música, con una base rítmica densa, cruda y contundente. Protagonista y que marca el paso con unas teclas alternando atmósferas con un aura oscura y leads más modernos con un piano tétrico y unas progresiones desconcertantes, que te dejan en tensión y al mismo tiempo enganchan. Una canción con la que innovaron en su momento y en la que se atrevieron a explorar temáticas más oscuras. Temáticas en las que seguro se aventurarán en futuros trabajos.
La crudeza, la agresividad y las letras reivindicativas continúan con Capitán Veneno, una canción en la que se ensalza la figura del Juan Carlos Bueno, el filósofo, profesor, poeta, escritor y músico gaditano Juan Carlos Aragón, más conocido como Capitán Veneno, y reconocido autor de chirigotas en el Carnaval de Cádiz. Dry River hacen tributo a su figura con una letra que le rinde honores al “Poeta de la rebelión” transmitida de manera magistral por Ángel, que como siempre, dejó que su característico sombrero presidiera el escenario.
Musicalmente continúa el metal progresivo más clásico, pero bien condensado en casi seis minutos, donde se da rienda suelta a la creatividad, técnica y buen gusto que los castellonenses atesoran. En esta ocasión se daría la primera colaboración de la noche. Sería Erik Cruz quien se repartiría los versos con Ángel. Erik cruz es un reconocido cantante y vocal coach especializado en el mundo del doblaje o de espectáculos como Wah!, habiendo colaborado también con grupos como Sober o Mägo de Oz entre otros.
Las notas festivas vendrían con Funeral, un tema en el que se nota la influencia de artistas como Luis Prado (Señor Mostaza,M-Clan). De hecho, en estudio el solo de piano del final es obra suya, lo que a mi parecer eleva el tema a otro nivel. El público pudo disfrutar en esta ocasión de otro hacha como es Juanjo Melero (Sangre Azúl), que para los que llevamos tiempo siguiendo a Dry River, pudimos disfrutar de su talento en su directo “DC” de 2019.
El final del concierto se atisbaba, pero antes de amagar con la despedida, Ángel presentó a la última colaboración de la noche, que no es otra que Anna Dobón, vocalista de Annacrusa, quien aportó más matices aún a la preciosa “Me va a faltar el aire” a dueto con Ángel. Una canción que golpea y emociona con su temática: El paso del tiempo. Fue uno de los momentos más destacados de la noche con un público entonando a pleno pulmón sus estrofas y estribillos.
Tras unos minutos de descanso, se dispusieron a encarar los bises. Comenzaron con la épica sinfónica de “Peán”. El peán era un canto originario de Grecia que se hacía a los dioses, de carácter guerrero ya sea como plegaria o como agradecimiento. Algo muy similar a una Haka, que se ha dado a conocer por los All Black de Rugby, originaria de los Maoríes de Nueva Zelanda. Un grito de guerra. Los castellonenses se ponen en la piel de uno de estos guerreros griegos a través de una montaña rusa musical donde encontramos un tema muy bien estructurado y complejo y donde dan rienda suelta a su creatividad a través de secciones sinfónicas, progresivas en las que todos tienen momentos para lucirse, pero me gustaría destacar a Pedro Corral, quien marca el paso. Es un tema donde conviven numerosos cambios de ritmo y cientos de matices a los que abre paso con su habitual elegancia. Destaca por momentos muy coreables y un Peán que funciona de vicio en directo.
No podían dejar de redondear un concierto sin hacer referencia a dos clásicos de su segundo disco “Quien tenga algo que decir…que calle para siempre”. En el primero, Ángel desempolvaría su keytar y Fanfi su camiseta de los Monty Python, y nos convertirían a todos los presentes en máquinas de bailar con una coreografía “Irresistible”. Uno de esos temazos que no podían dejar pasar y que animan hasta al más parado del lugar, al más puro estilo Rick Astley con su “Never Gonna Give You Up”, en el que coquetean con el Dance-pop o synth pop de marcado carácter ochentero y fiestero.
Para finalizar, un canto a la vida a ritmo de Queen, Deep Purple y Dream Theater con sus secciones instrumentales frenéticas, esos piques y diálogos entre guitarras y teclas muy Purple y una letra que “Traspasa mi piel” y llega muy dentro, al alma.
Dry River derrocharon talento, profesionalidad, química y complicidad no sólo entre ellos. El público fue partícipe en todo momento, con numerosas bromas, como la que tuvo lugar tras Segundo intento. Tocar en fechas de San Valentín es arriesgado, salvo si disfrutas del Rock Progresivo. En ese caso, lo más probable es que ninguno de sus seguidores tuviésemos cita.
Debo decir que acertaron en su inmensa mayoría. Allí nos citamos todos para llenar un concierto de Rock progresivo, aunque ellos son muy eclécticos, y en su selecto Cuétara Rock, gozan también de mucho seguimiento femenino. En cuanto a iluminación y sonido, hubo algún problema puntual, por ejemplo en las voces, que se solventó con la rapidez que acostumbran.
Son una banda de la que hay mucho que aprender, y una de esas lecciones es el sonido que habitualmente ofrecen en directo. A un nivel internacional, de los grupos más selectos.
Me gustaría también saludar en estas líneas a todas estas personas que me encontré, como David Pintos, David Aresté, Juan Adalid de “Elestigia Metal Global”, Mazuecos “Mazurg” (SRP, Alien Rockin’ Explosion) e Iván “Van Halien” (Alien Rockin’ Explosion) y seguro que me dejo a otros tantos… pero en especial me gustaría dar un abrazo muy fuerte a alguien que habitualmente no se pierde una y se apunta a un bombardeo. No es otra persona que Meri, que como muchas otras personas que no están en primer plano, es parte fundamental de la banda. Se te echó mucho de menos con la vitalidad y la alegría que aportas siempre.
Ojalá este concierto hubiese podido ofrecer algún adelanto de lo que será su nuevo disco. Un disco que se está haciendo de rogar y transcurrirá por una senda más pesada. En cualquier caso, la ausencia de novedad se verá paliada más pronto que tarde, pero dejémoslos trabajar tranquilos, que todo llegará cuando tenga que llegar.
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