Forjando Leyendas 2025: Gigatrón + Feral + Genoma + Khëlleden + Painstorm – 03/05/2025 - Sala Garaje Beat Club (Murcia)
Murcia vivió el pasado sábado 3 de mayo una de sus noches más intensas y trascendentes dentro del panorama nacional del metal. La mítica Sala Garaje Beat Club acogía la gran final del concurso Forjando Leyendas 2025, un evento impulsado por la agencia On Fire que lleva años apostando con fuerza por el talento emergente dentro del rock y el metal estatal.
Tras una gira de semifinales por todo el país —con paradas en Barcelona, Madrid, Sevilla y la propia Murcia— llegaba la hora de la verdad para las cuatro bandas finalistas: Khëlleden, Feral, Genoma y Painstorm. Solo una sería proclamada vencedora, asegurándose un contrato discográfico, la grabación y promoción de un disco, una gira por España, y la codiciada inclusión en el cartel del festival Leyendas del Rock 2025, que se celebrará en Villena este agosto.
A todo ello se sumaba una guinda de auténtico lujo: la actuación estelar de Gigatrón, leyendas vivas del metal más gamberro, paródico y festivo, que regresaban a Murcia presentando su nuevo trabajo La Xusta de Zarathustra. Una noche completa, histórica, y con entradas agotadas desde días antes.
Puntuales a las 20:00h, Khëlleden abrieron la noche con su particular propuesta de folk metal de espíritu pirata, fusionando melodías marinas con riffs contundentes y gran presencia escénica. El quinteto alicantino, que venía defendiendo su disco debut Historias para no dormir (2023), fue recibido con entusiasmo por un público que desde el primer minuto se mostró entregado. Canciones como “Vente conmigo (a vivir)” o “Canción de galeras” sonaron potentes, vibrantes, con letras épicas que invitan a la aventura y al desenfreno. Su propuesta, fresca y muy visual, marcó un excelente arranque que dejó el listón alto para el resto de la noche.
A las 20:50h, el escenario se tiñó de tonos oscuros y agresivos con la salida de Feral, banda procedente de Jerez de la Frontera que apostó por una mezcla explosiva de thrash, groove y death metal, con letras en castellano y un discurso propio y bien definido. Con Kala al frente como un verdadero frontman, Feral demostró que su directo es uno de sus puntos fuertes.
Temas como “XIII”, “La noche del cazador” o “Volver la vista atrás”, incluidos en su último trabajo Polvo y Cenizas, golpearon con fuerza a una audiencia que respondió con los primeros pogos de la noche. Fue una actuación intensa, sin adornos superfluos, que mostró la cara más cruda y honesta del metal andaluz.
A las 21:40h, llegó el turno de Genoma, representantes de la escena barcelonesa, con una propuesta centrada en el metal progresivo de corte moderno. Su directo fue un viaje sonoro repleto de cambios de ritmo, atmósferas envolventes y pasajes instrumentales de gran carga emocional.
Canciones como “Rising Earth”, “Eternal Sunset” y “Prisoner of Doubt”, todas incluidas en su álbum Theory of Time, sonaron con una calidad técnica notable, evidenciando una banda madura, capaz de equilibrar virtuosismo con sensibilidad. Su actuación aportó contraste al cartel, mostrando otra faceta del metal: introspectiva, cerebral y poderosa.
Y a las 22:30h llegó el momento de Painstorm, quienes no tardaron en dejar claro que habían venido a por todas. Desde el primer golpe de caja, desplegaron un death metal clásico que remitía directamente a bandas legendarias como Death, Possessed o Morbid Angel, pero con una identidad bien afilada. Canciones como “D.H.C.”, “Sleeplee Night” y “Gutted” (extraídas de su álbum Devouring Entrails, 2022) fueron auténticos mazazos que sacudieron a la sala.
Además, presentaron temas nuevos como “Cavement Riot” y “Fun and Violence”, anticipo de su próximo trabajo previsto para verano. Su actuación fue compacta, precisa y brutal, y dejó una sensación unánime en el ambiente: esta banda está lista para dar el siguiente paso.
Eran las 23:30h cuando el escenario de la Sala Garaje Beat Club se transformó en un templo del desenfreno más épico y estrafalario. La espera había terminado: Gigatrón, maestros del metal paródico y arquitectos del caos sónico, tomaban el escenario como quien irrumpe en el Valhalla a bordo de un meteorito. La banda valenciana, siempre fiel a su exageración teatral y a su desbordante carisma, venía a presentar su reciente trabajo La Xusta de Zarathustra (2024), sin olvidar perlas de su anterior álbum, el ya mítico The Aluminium Paper Álbum (2017). Y lo hicieron con un espectáculo que fue mucho más que un concierto: una auténtica ópera heavy en tres actos, con narrativa delirante, escenografía, disfraces y una puesta en escena que mezcló metal, historia, ciencia ficción y puro cachondeo.
El inicio no dejó margen al respiro: tras una breve y provocadora arenga de Charly Glamour, preguntando al público si “querían caña”, la banda estalló sin contemplaciones con “El Barco de Colegas”, tema que desató la locura en la sala con un pogo masivo y coros infernales que hicieron retumbar hasta los cimientos. No hubo tregua: la fiesta era total. Entre tema y tema, Charly ejercía de maestro de ceremonias, mezclando sátira social con humor surrealista, y cargando contra los “pijos” con su mítica espada matapijos (algo más corta de lo habitual, según él, por culpa de los recortes medievales). Le siguió “La Tierra del Rock”, coreada como un himno tribal entre saltos y empujones, en una primera parte de concierto donde la banda combinó músculo sonoro con comedia sin filtro. Charly volvió a interpelar al público, esta vez sobre el “Spiz Metal”, un supuesto subgénero de lo más bizarro que fue presentado con su correspondiente trallazo homónimo, desatando otra oleada de pogos entre las primeras filas.
Tras este acto introductorio, la segunda parte del espectáculo sirvió como hilo conductor para un viaje histórico y absurdo a través de las eras del metal, usando su “Cronovisor” para repasar la verdadera —y revisionista— historia del mundo según Gigatrón: una historia que, por supuesto, comenzó mucho antes que los dinosaurios, cuando ya había jebis en la Tierra. Así, temas como “Rollo Primitivo” y “Neandermetal” nos trasladaron al Paleolítico, donde los riffs se mezclaban con referencias simiescas y tambores tribales. En la Edad Antigua llegó el turno del mítico “Papiro de Aluminio”, donde los pergaminos contenían riffs sagrados, y el carismático “Molonito”, un tema que, a juzgar por la reacción del público, ya se ha consolidado como clásico del nuevo repertorio.
La Edad Media vino coronada por el irreverente “Apócrifus Yisus”, con Charly caracterizado como una monja posesa, y el hilarante “Queridodín”, desatando carcajadas generalizadas. A lo largo de todo el show, las referencias locales no faltaron: Puente Tocinos, Águilas, Lorca, Yecla y otros rincones murcianos fueron víctimas (y cómplices) del humor geográfico de la banda.
En el apartado técnico, la banda rindió a un nivel altísimo. Johnny Cochambre ofreció una actuación demoledora a la batería, manejando el doble bombo con precisión quirúrgica y un despliegue físico digno de un pulpo en guerra. Su característico gorro de cuernos parecía darle superpoderes. Kike Turulo al bajo (y espada) se mostró sólido y escénico, mientras que Dave Demonio, con su guitarra afilada y martillo en ristre, firmó algunos de los solos más destacados de la velada.
El Renacimiento llegó con “Codex Gigas”, una joya interpretada en compañía de un peculiar King Diamond (en forma de careta), seguido de “Galileo Galacticus”, en el que ciencia, historia y distorsión se daban la mano. Luego, el Romanticismo tomó la forma de “El Barbero de Vallekas”, con la banda luciendo vestuario de época y transformando la sala en una especie de ópera barroca metalera. El último acto proyectó una mirada al futuro, con temas como “El Superjebi”, “Nazis en la Luna” y “Putopía”, donde la sátira política y tecnológica alcanzó su punto álgido. Especial mención a Dave Demonio disfrazado de robot bailando entre luces estroboscópicas, en una escena que parecía sacada de una rave cyberpunk.
Los bises fueron el colofón de una noche legendaria. El público, entregado al delirio colectivo, mientras sonaban tres temas ya imprescindibles en el imaginario de Gigatrón: “Apocalipsis Molón”, “Viking Bugui” y, por supuesto, “Heavy hasta la Muerte”, convertido en el verdadero himno final, cantado al unísono por todas las almas jebis allí reunidas, yo incluido.
Tras el festín musical y visual de Gigatrón, aún quedaba la guinda del pastel: conocer al ganador de esta edición. Con toda la sala expectante, fue el propio Charly Glamour quien, entre bromas y vítores, anunció a Painstorm como los flamantes vencedores de Forjando Leyendas 2025. Una elección que no sorprendió a nadie: su actuación fue tan arrolladora como profesional, y su propuesta está más que lista para representar al metal emergente nacional en Leyendas del Rock 2025.
La final de Forjando Leyendas 2025 no solo fue un escenario de altísimo nivel para el metal emergente del Estado, sino también una noche de celebración colectiva. Desde la épica folk de Khëlleden hasta el vendaval sonoro de Painstorm, pasando por la furia sureña de Feral y la introspección técnica de Genoma, el evento demostró la riqueza, diversidad y vitalidad de la escena nacional.
Y Gigatrón, una vez más, recordaron a todos que el heavy metal puede (y debe) ser también un espacio de humor, libertad creativa y desmadre absoluto.
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