Saratoga - 10/05/25 - Garaje Beat Club (Murcia)
Hay bandas que no necesitan presentación. Hay noches que se intuyen históricas desde el primer acorde. Y hay giras que no son solo una excusa para tocar canciones, sino verdaderos actos de comunión entre artistas y público. Todo eso ocurrió el pasado sábado en la sala Garaje Beat Club de Murcia, donde Saratoga, auténticos estandartes del heavy metal en español, hicieron temblar los cimientos de la ciudad con su demoledora actuación en el marco de la gira “El Clan de los Lobos”.
Con más de tres décadas de historia, Saratoga ha forjado una carrera ejemplar en el panorama metalero, no solo en España, sino en buena parte de Latinoamérica. Esta gira, que se entrelaza con la preparación de un nuevo álbum de inéditos previsto para 2025, se ha concebido como un homenaje vivo a dos discos icónicos: “El clan de la lucha” (2004) y “Tierra de lobos” (2005). Y el repertorio fue fiel reflejo de esa intención: rescatar temas olvidados, devolver a la vida canciones que nunca sonaron en directo, sin dejar de lado los clásicos que han acompañado a generaciones de seguidores.
A las 22:05, con una puntualidad casi quirúrgica y una sala completamente abarrotada, los madrileños tomaron el escenario rodeados de una energía que ya se respiraba desde la cola de entrada. Comenzaron con “San Telmo 1940”, una pieza intensa, poderosa, perteneciente a su álbum El Clan de la Lucha, editado por aquel lejano 2004, perfecta para abrir un setlist cargado de fuerza, memoria y emoción. No era una noche cualquiera: el público lo sabía, y la banda también.
Con “Lejos del tiempo” y “Tierra de lobos”, el grupo reforzó el tono épico de la noche. La guitarra de Jero Ramiro se mostraba afilada, vertiginosa y expresiva, mientras el bajo de Niko del Hierro sostenía con firmeza el armazón de cada canción. Por su parte, Arnau Martí en la batería ofreció una clase magistral de contundencia, precisión y musicalidad. Y al frente, Tete Novoa —más frontman que nunca— desplegó un rango vocal impresionante, capaz de ir del grito desgarrado al susurro emocional sin perder nunca el control escénico ni la conexión con el público.
La noche avanzó con joyas como “Decepción”, perteneciente a su álbum Tierra de Lobos, publicado en el año 2005, “Ave Fénix” o “Ángel de barro”, en las que la banda demostró no solo su capacidad técnica, sino también su capacidad para construir climas, llevar al público por distintos estados de ánimo y mantener una tensión emocional constante. En canciones como “Contigo, sin ti” o “Siento que no estás”, la intensidad se hizo introspectiva. El metal se convirtió en refugio emocional, y más de una mirada se humedeció al recordar, al sentir, al cantar desde lo más profundo. Tras esto, hubo algún problema técnico en la guitarra de Jero Ramiro. Algo que hizo parar durante apenas un par de minutos. Tras esto, y con todo el apoyo del público, las guitarras volvieron a brillaron con “Blanco y marfil” y “Barcos de cristal”, mientras el público coreaba cada estribillo como si fueran viejos himnos de batalla. El ambiente era cálido, casi familiar, como si cada espectador supiera que estaba formando parte de algo especial, algo único. En esto debemos celebrar la actitud de Tete Novoa, un frontman capaz de ganarse al público, demostrando su entrega y pasión. En esta ocasión Tete se subió a la barra del Garaje beat Club, entregándose al público una vez más, mostrando una profesionalidad y cercanía. “Buscando el perdón” y “Maldito corazón” cerraron el cuerpo principal del concierto, dejando una atmósfera encendida y a la sala pidiendo más con una mezcla de nostalgia y hambre metálica.
Tras un breve descanso, la banda regresó al escenario para un bis generoso y certero, que arrancó con la muy coreada “No sufriré jamás por ti” y continuó con “Acuérdate de mí”, momento donde Niko, Jero y Tete se bajaron del escenario para compartir esta canción entre el público. Otro gesto de la banda a un publico entregado en una sala repleta. Tras esto, escuchamos “Mi venganza”, canción que resonó con fuerza entre la multitud, convertido ya en clásico absoluto de su repertorio. El cierre llegó con una interpretación arrolladora de “Perro traidor”, un himno con mayúsculas que desató saltos y una ovación que pareció no tener fin.
Saratoga dio mucho más que un concierto, ofreció un ritual, un encuentro intergeneracional entre fieles del metal que han crecido con su música y nuevos oyentes que descubren en ellos un referente indiscutible. La gira “El Clan de los Lobos” es, ante todo, un acto de gratitud y de reafirmación: una manera de mirar al pasado con orgullo, pero también de mirar al futuro con hambre creativa.
A la salida de la sala, las conversaciones entre el público hablaban de lo vivido como algo extraordinario. La banda lo ha vuelto a hacer: ha demostrado una conexión especial con su público. Ha demostrado que la mediación entre potencia y emoción, entre técnica y alma, es posible. Y que su historia, lejos de estar escrita, sigue latiendo con más fuerza que nunca.
Desde Satan Arise queremos dar las gracias a Duque Promociones por las facilidades y su buen hacer y agradecer especialmente a Antonio López de Haro de Dioses del Metal por sus fotos.
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