Guns 'n' Roses - 09/06/2025 - Estadi Olímpic (Bcn)
Nuevamente, Barcelona se convirtió en un santuario para el Rock de estadios. GUNS N’ ROSES, esa criatura mitológica que sobrevivió al exceso, al ego y a la erosión del tiempo, regresó al “Estadi Olímpic Lluís Companys” este 9 de junio con una propuesta que fue tanto ritual como interrogante. Casi tres horas de concierto, 32 canciones, y una banda tan viva como extenuada, tan colosal como errática. El rugido se escuchó... pero también los jadeos.
La Marabunta para acceder al estadio se extendía poco a poco por las faldas de Montjuïc, aunque, la verdad, es que en el exterior del recinto no se apreciaron aglomeraciones: la entrada fue bastante ordenada. El sol asfixiante y aún alto, no acompañaba con la promesa de un espectáculo titánico e imprimía un aire aún más épico a la espera.
Los teloneros, RIVAL SONS comenzaban con una puntualidad británica, pero con un sonido deficiente. Yo, personalmente, aun no entiendo por qué los teloneros tienen que sonar peor que los cabeza de cartel. ¿Alguien puede explicármelo? Los californianos subieron al escenario con el descaro de quien no necesita pedir permiso. Su blues-rock clásico, vestido con capas de LED ZEPPELIN y alma soul, sirvió de aperitivo y, en algunos momentos, de competencia directa. “Mirrors”, “Do Your Worst” y “Electric Man” desplegaron su pegada con una autoridad que caló incluso entre los más escépticos. Jay Buchanan rugía como un chamán moderno y se movía con una energía que desafiaba al ocaso. En apenas 45 minutos, demostraron que el rock puede mirar hacia el pasado sin dejar de sonar urgente. Y mientras GUNS aún dormía entre bambalinas, ellos ya habían encendido el altar.
A las 20:30, la ceremonia comenzaba con el aviso previo de la escenografía de las pantallas. "Wellcome to the Jungle" fue la chispa que encendió un fuego de combustión lenta. La banda se lanzó con seguridad, aunque sin la voracidad de antaño, pero eso, creo, que es normal. Han pasado casi 40 años desde que esa banda que acababa de lanzar el “Appetite for Destruction” incendiara el Ritz. Y quien, quizá, más ha notado el paso del tiempo es Axl Rose. Su voz, frágil pero entregada, fue oscilando entre momentos de brillo y otros de evidente fatiga. No obstante, su compromiso con la noche fue incuestionable. Se movió, gesticuló, se apoyó en el piano en "November Rain" y resistió las embestidas de un repertorio que exige una energía monumental. A veces desafinó, en otras emocionó. Es el precio de querer seguir rugiendo, ¿no creéis?
Pero si el alma se mide por la resistencia, el corazón de esta formación late con fuerza gracias a la dupla invencible: Slash y Duff McKagan. El guitarrista, con su característica chistera y su Les Paul encajada al cuerpo, dominó cada solo con una mezcla de virtuosismo y teatralidad. Sus pasajes en "Sweet Child o' Mine" o "Estranged" fueron ovacionados como actos de fe. Slash es ya no solo la imagen, sino el sonido esencial de la banda. Y junto a él, Duff.
Siempre sobrio, elegante, infalible. Su bajo es la columna vertebral del grupo, su presencia escénica la de un veterano que sabe exactamente dónde poner el peso. En los momentos donde Axl titubeaba, era Duff quien amarraba el rumbo, tanto musical como con sus segundas voces. Su interpretación de "Attitude", de THE MISFITS, fue un guiño punk lleno de nervio y autenticidad. Sin duda, de lo mejor de la noche.
Pero la bestia no es solo corazón, se completa con otros miembros como Richard Fortus a la guitarra rítmica, firme y certero como apoyo a Slash; Dizzy Reed y Melissa Reese en los teclados, encargados de expandir la atmósfera sonora y aportar texturas esenciales en cortes como "Civil War" o "Live and Let Die"; e Isaac Carpenter a la batería, reciente incorporación tras la salida de Frank Ferrer. Carpenter, con pasado en AWOLNATION y THE EXIES, demostró solvencia, pegada y una capacidad de adaptación que sorprendió incluso a los más escépticos. Su batería, precisa y sin estridencias, logró mantener el pulso durante el extenso setlist.
Sin embargo, el diseño del concierto rozó lo excesivo. Las casi tres horas de show no siempre juegan a favor. La inclusión de versiones y de temas que no han calado igual entre el público, como "Hard Skool" o "Absurd", desdibujó el pulso narrativo del concierto. Se extrañó una mayor dinámica entre lo introspectivo y lo explosivo. Por momentos, el espectáculo se sintió más como un ejercicio de ¡vamos a tocarlo todo! que como un clímax emocional. Pero entonces sonaba "You Could Be Mine" y la bestia despertaba. O "Rocket Queen" retumbaba con la contundencia de un recuerdo imbatible. O "Nightrain" rompía la noche y uno entendía por qué estábamos todos allí. Y ese es el poder de GUNS N' ROSES: incluso con sus baches, con su narrativa deshilachada, siguen teniendo la capacidad de convocar una emoción colectiva como pocas bandas pueden.
La escenografía, pobre sin grandes novedades, cumplió su cometido. Visuales reconocibles, calaveras, llamas digitales y pantallas que seguían de cerca los solos y gestos de los protagonistas. Nada que desviara, excesivamente, la atención de los protagonistas. En ese sentido, la banda apostó por la solvencia más que por la sorpresa. El cierre, con "Paradise City", dejó un sabor agridulce. No porque la canción no funcionara (funcionó, y cómo), sino porque resumía una noche en la que nos quedaba más que claro que el ‘Paraíso se había perdido’. En definitiva, un concierto que podría haber sido memorable con veinte o treinta minutos menos y, por tanto, menos temas de relleno. A veces, menos es más.
Con todo, lo de GUNS N' ROSES no es una gira más: es un acto de perseverancia, de orgullo, de resistencia escénica. Una bestia que, aunque fatigada, aún sabe rugir. Y en ese rugido, entre la distorsión de Slash, el bajo de Duff y la voz herida pero tenaz de Axl, está el alma de una banda que sigue siendo parte esencial del ADN del rock.
Valga decir, que la banda no permitió el acceso a prensa, aún así, pensamos que era importante estar presentes! Debido a ese hecho, las fotografías forman parte de las oficiales publicadas por las bandas.
Las más leídas:
Suscríbete aquí!