Alcest + Bruit - 10/10/2025 - Sala Apolo (Bcn)
El pasado viernes 10 de octubre aquellos que paseaban por el centro de Barcelona se toparon con una larga cola en la calle Nou de la Rambla. No sabían que estaban siendo testigos de casi un sold out que anunciaba lo que aguardaba en el interior de la sala Apolo: una noche de emoción y catarsis sonora. Mientras el público esperaba impaciente, muchos aprovecharon para conseguir el merchandising de Alcest y Bruit que para algunos se convertiría en el souvenir de una cita. Dentro de la sala, un crepúsculo de sangre, las luces rojas y un ambiente inusualmente sobrio: el público del metal más atmosférico y progresivo no necesitaba alcohol para entregar toda su energía. En las primeras filas ya había varios ojos expectantes y algunos grupos ya se habían hecho un hueco en el segundo piso.
BRUIT
El reloj marcó las siete y media y, con una puntualidad francesa, comenzaron las primeras notas que darían paso a una brutalidad y a un despertar propios del metal progresivo.
Neus y yo nos apostamos dos jarras de cerveza a que nadie estaba preparado para la apuesta de Bruit. Compuesto por cuatro músicos, bajo guitarra, batería y violonchelo (aunque también tuvieron su aparición el piano y el violín) la banda instrumental podría situarse en el género de post-rock, junto con drone y ambient. La idea del “ruido” se combina con una estética muy conceptuada: reflexiones sobre lo digital y lo orgánico, lo tecnológico con lo humano, dando lugar a reflexiones filosóficas y políticas. Muy importante la función de la pantalla: mientras que el escenario estaba exento de decoración, a parte de alguna luz y alguna ocasional nube de humo, la pantalla nos transmitía el mensaje a partir de imágenes sincopadas y algunas frases. De esta manera, la música marcaba el compás y la pantalla nos ponía en situación creando toda una experiencia sensorial y visual increíble.
Como banda instrumental, su música está muy basada en la construcción de paisajes sonoros: las cuerdas se mezclan junto con las guitarras procesadas y los sintetizadores hasta llegar al máximo clímax. Momentos suaves, etéreos junto con momentos densos, muy intensos y ruidosos. “Progress / Regress” es un ejemplo de todo aquello que estamos intentando expresar de Bruit.
La pantalla nos mostraba dos realidades, por una parte, el primer mundo: niños jugando, fábricas que echan humo, plantaciones de grandes dimensiones y, por otra parte, el tercer mundo: niños buscando comida y agua, casas hechas con barro y paja, comida echada a perder.
A la vez, los instrumentos nos hablaban y nos exponían a su opinión, a la vorágine de sentimientos. El clímax no llega de golpe sino que se cuece lentamente a fuego lento y viene acompañado de tensión y densidad, mucha densidad.
En el concierto tocaron sobre todo su último álbum, lanzado este año, The Age Of Ephemerality, el cuál nos cuestiona sobre el futuro. Todas las canciones que tocaron tienen esto último en común: la densidad perceptiva. El uso de los sintetizadores junto con los instrumentos construyen un movimiento desbordante que exige una escucha activa.
Aunque instrumental, la música de Bruit tiene una carga conceptual y simbólica muy potente: la reflexión frente a un colapso, la ecología, la tecnología y nuestro papel transformador como humanos.
ALCEST
La emotiva y potente actuación de Bruit dejó paso a un cambio de escenario radical. Con la sala Apolo prácticamente abarrotada, Alcest apostaba por una inmersión total, colocando bombillas, leds, plantas y una gran alfombra beige que ocupaba gran parte del escenario. La pantalla, a diferencia de Bruit, estaba relegada a formar parte de este espacio sonoro etéreo, como si se tratara de un sueño o una visión (de un buen viaje); de esta forma, se invitó al público a una introspección conjunta: a escapar todos juntos.
La propuesta fue sencilla y simple: presentar el nuevo álbum, Les Chants de l’Aurore y tocar algunas de las canciones icónicas del grupo. Las primeras tres canciones, en el mismo orden que en el último álbum, se presentaron con tonalidades vibrantes abriendo el concierto con un halo esperanzador.
Las notas de “Komorebi” iban sonando con fuerza mientras Neige y Zero caminaban impasibles hacía el escenario. Se unieron rápidamente el batería Winterhalter y el bajista, India Saray. El público los recibió con pequeños pero emocionados headbangings. Tanto en “L’Envol Améthyste” como en “Protection” vimos esos momentos de belleza casi minimalista - cuerdas delicadas, tonos pastel, voces suaves y agudas junto con momentos de silencio - intercalados con momentos donde la brutalidad invadía el escenario. Ese estilo tan personal de Alcest que sitúa a la banda entre lo cálido y lo áspero.
Luego nos deleitaron con algunos de los temas de su álbum Spiritual Instinct, que ya vimos un cambio de escena: luces azules, más headbangings tanto por parte del grupo como por parte del público y se notaba la clara predilección de los fans por este álbum. Destacar la contenida emoción y entusiasmo de India Saray que durante algunas canciones, como en “Sapphire”, se animaba a bajar de la pequeña tarima y juntarse con Neige y Zero a darlo todo en el escenario con pasos seguros.
En “Eclosion” vimos que no solo es música potente sino que evoca nostalgia que puede parecer casi dolorosa en su belleza. Los coros de Zero y la voz de Neige entonan ciertos paisajes que, junto al juego de luces, se rompen en una aurora boreal de guitarras y voces.
Llegados a este punto, ya sabemos que Alcest juega con los contrastes y así lo vimos en su última canción “Autre Temps” donde una guitarra reverberada se entremezcla con una voz limpia junto con remolinos de efecto shoegaze. Esto para el público se tradujo en una atmósfera mágica donde se respiraban oleadas de ruido ambiental.
No vimos muchas interacciones directamente con el público. Neige, que fue el único que se dirigió al público, nos agradecía de vez en cuando entre canciones lo afortunados que son de tener unos fans tan agradecidos como los que se encontraban esa noche.
En resumen, la setlist pudo no gustar a todos los presentes, pero dejó claro que Alcest no renuncia a sus raíces blackers sinó que evoluciona y experimenta: las nuevas canciones mantienen esa atmósfera etérea y suman matices, paisajes y otra nuevas líneas que disuelven lo real y lo onírico.
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