Este 19 de marzo, cumple cincuenta años “Dressed to Kill”, tercer álbum de estudio de la banda norteamericana KISS y disco que cambió, a la espera del “Alive!”, la trayectoria de los neoyorquinos y del Rock and Roll en general. Además, dicho disco cuenta entre sus canciones con uno de los himnos más aclamados de nuestro género: "Rock and Roll All Nite". A medio siglo de su lanzamiento, este trabajo sigue siendo un testimonio de la determinación y la creatividad de una banda en tiempos de crisis.
Es bien sabido que la historia de KISS comenzó en Nueva York entre finales de los años 60 y principios de los 70, cuando Gene Simmons y Paul Stanley se conocieron y acabaron formando una banda llamada WICKED LESTER. No hace falta que entremos en detalles de cómo se conocieron Paul y Gene, hay vasta literatura al respecto y no hace mucho la revista “This is Rock” (núm. 247) nos ofrecía un monográfico al respecto que no puede faltar en la biblioteca de cualquier fan de KISS que se precie. WICKED LESTER era una banda que, pese a tener mucha ilusión, no acababa de ser tan talentosa como querían Stanley y Simmons, y tampoco acababa de diferenciarse en la escena neoyorquina del momento. ¡Buenos temas, pero más de lo mismo! A pesar de haber dado numerosos conciertos y haber grabado un álbum para Epic Records, el material no acabó de lanzarse en su momento debido a que el sonido de la banda (y alguno de sus miembros) no convencía a la discográfica. "No éramos lo que queríamos ser. Queríamos algo más crudo, más poderoso", recordó Paul Stanley en su autobiografía “Face the Music” (2014). Esta insatisfacción llevó a Simmons y Stanley a abandonar WICKED LESTER (ya que los otros miembros del grupo no querían bajarse del carro al haber un contrato discográfico de por medio) y buscar un nuevo rumbo musical.
Dicho rumbo pasaba por encontrar un sonido diferente, más agresivo, y una identidad propia, que resultara impactante: "Nos inspiramos en el espectáculo de Alice Cooper y el sonido de los Stones, pero queríamos ir más allá, convertirlo en algo más grande", comentó Simmons en “KISS and Make-Up” (2001). Ahora tocaba, también, buscar nuevos miembros que acabaran de consolidar este proyecto que estaba, tan solo, en la mente de estos dos jóvenes. Así pues, en 1972, Simmons y Stanley publicaron un anuncio en la revista “Rolling Stone” buscando un batería. De esta manera, encontraron a Peter Criss, un músico con influencias de jazz y rock: "Fui a la audición con una actitud de 'voy a impresionar a estos tipos'. Ellos querían una banda seria, y yo también" [Peter Criss, “Makeup to Breakup” (2012)]. Simmons y Stanley quedaron impresionados con su estilo y su voz rasposa, lo que encajaba perfectamente con la visión que tenían del grupo de sus sueños. La última pieza del rompecabezas llegó en enero de 1973, cuando Ace Frehley respondió a un anuncio en “The Village Voice”: "Apareció con una zapatilla naranja y otra roja, con su guitarra colgando y un aire despreocupado. Pero cuando comenzó a tocar, nos dejó boquiabiertos" [Paul Stanley en el documental “KISStory” (2021)]. Frehley aportó un sonido de guitarra único, influenciado por el blues y el rock británico, que se convirtió en una parte fundamental de la identidad de KISS.
Ahora solo falta el nombre, que surgió a raíz de una sugerencia de Paul Stanley: "Queríamos algo simple, pegadizo y que representara lo que éramos: apasionados, intensos y directos" [Stanley en una entrevista con “Classic Rock” (2009)].
Gene Simmons, y por ende toda la banda, tenían muy claro que la imagen era muy importante en esto del Rock. Como ya había dicho Oscar Wilde mucho antes: "Hay solamente una cosa en el mundo peor que hablen de ti, y es que no hablen de ti", lo que hemos traducido como es mejor que hablen de ti, aunque sea mal. Y esa fue un poco la tendencia para con KISS en sus inicios, hablaban de ellos, algunos bien, gratamente sorprendidos, otros mal, porque no entendían lo que se les estaba ofreciendo. Los comparaban con Alice Cooper, con los New York Dolls, pero KISS era mucho más: "Queríamos ser más que una banda, queríamos ser un espectáculo" [Simmons, “Behind the Mask” (2003)]. "El maquillaje nos dio una identidad, algo que nos separaba de cualquier otra banda en la escena" [Ace Frehley, “No Regrets” (2011)]. Después de la imagen y de crear su propia identidad, llegó, en 1973, la firma con Casablanca Records, el nuevo sello discográfico de Neil Bogart. Se les presentaba un contrato que auguraba un futuro prometedor: "Bogart creyó en nosotros cuando nadie más lo hizo. Era un visionario que entendía que el rock no solo era música, sino también una experiencia" [Simmons, “KISS and Sell” (1997)].
El 18 de febrero de 1974, KISS lanzó su primer álbum homónimo, producido por Kenny Kerner y Richie Wise. Como sabemos, no eran los técnicos que Gene y Paul hubieran querido, pero eran los que había. El disco tenía canciones, que pertenecían de una u otra forma al repertorio anterior de Stanley y Simmons, y que se convertirían en himnos que, hasta su última gira, han seguido interpretando. Sin embargo, a pesar de la energía de composiciones como "Strutter", "Deuce" o "Black Diamond", el álbum sonaba sin substancia y no plasmaba la esencia de la banda. "El álbum no capturó la energía de nuestros shows en vivo. Sonábamos contenidos"[Ace Frehley “No Regrets” (2011)]. Por otro lado, el proceso de grabación también tuvo sus desafíos. Gene Simmons recordaba en su autobiografía “KISS and Make-Up” (2001) que la banda no estaba acostumbrada al ambiente más sosegado del estudio. "Nos dijeron que bajáramos el volumen y que fuéramos más precisos. Pero lo que hacía especial a KISS era justamente lo contrario".
El primer disco de KISS no logró grandes ventas en su lanzamiento, alcanzando aproximadamente 75,000 copias en sus primeros meses. Además, la crítica no fue particularmente amable. “Rolling Stone” describió el disco como "una mezcla genérica de hard rock y glam sin mucho que aportar". Para dar salida al álbum y darse a conocer, KISS se embarcó en una gira nacional, abriendo para bandas como BLUE ÖYSTER CULT y ARGENT, comenzando, así, a ganar notoriedad, con su show incendiario, que incluía pirotecnia, sangre falsa y un carisma arrollador. "Si alguien no nos conocía antes del show, salía siendo un fan" [Paul Stanley “Face the Music”].
Apenas ocho meses después de su debut, KISS lanzó su segundo álbum, “Hotter Than Hell”, el 22 de octubre de 1974. En esta ocasión, Casablanca Records trasladó a la banda a Los Ángeles para la grabación, algo que no fue del agrado de los miembros. "Nos odiábamos mutuamente durante esas sesiones. El ambiente era tenso, la producción no era la mejor y la portada era horrible" [Peter Criss “Makeup to Breakup” (2012)]. La producción del álbum estuvo a cargo nuevamente de Kerner y Wise... La cosa no mejoró, al contrario, el disco suena pesado y turbio, con una mezcla que muchos consideran deficiente. "El sonido es fangoso y carece de la claridad que buscábamos" [Paul Stanley “Face the Music”]. No obstante, el álbum contenía algunas de las canciones más agresivas de la banda, entre ellas "Parasite" (compuesta por Ace Frehley), "Let Me Go" y la propia "Hotter Than Hell".
Diferentes sucesos relacionados con el disco y su producción, comenzaron a reforzar la imagen de KISS como la de un grupo de rockeros extremos y descontrolados. La primera de ellas, el accidente de Ace Frehley, quien sufrió un choque automovilístico y se lastimó el rostro, lo que le obligó a posar para la sesión de fotos del álbum maquillándose solo la mitad de la cara. Y otra, la propia sesión de fotos que fue una soberana orgía. Mauricio Vázquez tiene un estupendo artículo al respecto en la página web de KISS ARMY SPAIN, donde cuenta todos los entresijos de dicha sesión.
Por otro lado, la portada del álbum también generó controversia. Inspirada en el diseño de carteles japoneses, mostraba a los cuatro miembros con caracteres orientales y una imagen surrealista en la contraportada. Sin embargo, el resultado final no fue del agrado de la banda ni de muchos fans. "Parecía un panfleto de propaganda extraña"[Gene Simmons, “KISS and Make-Up”].
Como había sucedido con su predecesor, “Hotter Than Hell” no tuvo un gran impacto comercial inmediato. Incluso, las ventas iniciales fueron más bajas que las del primer disco, lo que generó preocupación en Casablanca Records: el barco se hundía. Pese a que "El álbum no vendía, [… los] conciertos seguían llenándose más y más", señala Paul Stanley. Urgía sacar un conejo de la chistera que contentara, tanto a la discográfica, por un lado, con un incremento de ventas, como a la banda, por otro, y, sobre todo, a los fans.
Para finales de 1974, KISS estaba al borde del fracaso. "Vendíamos entradas para conciertos, pero nuestros discos no se vendían. No sabíamos cuánto tiempo más podríamos sostenernos", [Stanley, “Face the Music” (2014)]. Para más ‘inri’, Casablanca Records también estaba en crisis financiera, y la presión para lograr un éxito comercial era inmensa. Era necesario un cambio y Neil Bogart tomó el control de la producción y llevó a la banda al estudio para grabar “Dressed to Kill”. "Teníamos que hacerlo rápido, sin lujos. Nos dieron unas semanas para escribir y grabar el disco" [Simmons en una entrevista con Mojo (2015)]. En este ambiente enrarecido, todo parecía incierto, aunque rendirse no era una opción: "Sabíamos que estábamos en peligro, pero no había manera de rendirse" [Gene Simmons, “KISS and Make-Up” (2001)]. Con el agua al cuello por los problemas financieros y de credibilidad, KISS seguía sin alcanzar el éxito, se necesitaba un giro de timón agresivo y urgente. Se tenía que producir un disco que pudiera llevar a la banda al siguiente nivel, tanto en términos de ventas como de popularidad.
La grabación de “Dressed to Kill” comenzó en los estudios Electric Lady en Nueva York, un lugar que tenía la reputación de ser un espacio creativo donde los músicos podían experimentar, pero la realidad para KISS fue muy diferente. "No teníamos tiempo de sobra. Compusimos, ensayamos y grabamos casi al mismo tiempo" [Paul Stanley en una entrevista con “Classic Rock” (2012)]. La banda, ya acostumbrada a las tensiones derivadas de su ritmo de trabajo acelerado, ahora se veía obligada a acelerar aún más sus procesos, ya que el tiempo y el presupuesto eran limitados. Apenas unas semanas para grabar un disco, cuando otras bandas estaban meses entre la composición, la preproducción y la producción de sus trabajos. Vaya contradicción, ¿verdad? Buscaban un disco que cambiara el rumbo de su futuro musical y lo hacían deprisa y corriendo. Con todo, a pesar de las limitaciones, de los tempos infernales y de las prisas, la banda logró producir un disco que, en su simplicidad, capturaba la esencia del sonido de KISS en su forma más pura: "No había espacio para la experimentación. Cada canción tenía que impactar de inmediato" [Ace Frehley “No Regrets” (2011)].
El resultado fue un disco más limpio y accesible que su anterior álbum, “Hotter than Hell”, y más rockero, si se me permite, que su álbum debut. Con “Dressed to Kill” KISS presentaba una producción más pulida y un enfoque más melódico que se traduciría en un sonido menos experimental y más fácil de digerir para un público más amplio. Además, este álbum contenía la canción "Rock and Roll All Nite", un himno que definiría la carrera de KISS. Dicha canción fue creada con la intención de ofrecer un ente que pudiera convertirse en algo que pudiera ser coreado por multitudes en los conciertos: "Queríamos un himno, algo que la gente pudiera cantar en los conciertos" [Gene Simmons, “Behind the Mask” (2003)]. Ya lo hemos dicho más arriba. La banda necesitaba algo que fuera inmediato, que los definiera y que pudiera catapultarlos al reconocimiento de masas. ¿Qué mejor que identificarse con el disfrute sin límites del Ruock En Ruoll? Componer la canción, fue algo relativamente rápido. "Era una canción con un propósito claro", comentó Stanley en una entrevista. "Sabíamos que tenía que ser sencilla, pegadiza y llena de actitud, lo que reflejaba exactamente lo que estábamos tratando de hacer con la banda en ese momento".
Pero la historia se repetía y ni el nuevo álbum, ni la canción "Rock and Roll All Nite" tuvieron la repercusión que los miembros de la banda esperaban. Fue a lo largo de la gira de presentación del álbum que la cosa comenzó a funcionar algo mejor, aunque tampoco era para tirar cohetes. La clave de una banda como KISS era sus directos y la energía que se plasmaba en ellos, ahí estaba su futuro, ¡cosa que se vio materializada con la publicación del doble “Alive!”, pero no adelantemos acontecimientos y sigamos con nuestro disco. Pese a las dificultades durante la grabación y la falta de éxito inmediato, “Dressed to Kill” jugó un papel crucial en el desarrollo de la banda. Las ventas iniciales no fueron espectaculares, pero el disco estableció una base sólida sobre la cual KISS construiría su éxito en los años siguientes, dándose cuenta de que lo que realmente los diferenciaba de otros grupos era su capacidad para conectarse directamente con su audiencia a través de una propuesta simple pero electrizante: rock directo, teatralidad y una actitud inquebrantable.
Otro aspecto destacable de nuestro “Dressed to Kill” es la historia que hay detrás de su portada y la famosa fotografía tomada por Bob Gruen, en la esquina de la 23rd Street con 8th Avenue en Nueva York, lo que no solo selló un momento histórico en el tiempo, sino que también reflejó la visión de la banda sobre sí misma. Si seguimos el análisis que propone, nuevamente, Mauricio Vázquez, el concepto de la portada, con los miembros de KISS vestidos con trajes sastre, refleja una estética inesperada en contraste con la imagen más salvaje y desenfadada que la banda promovía en sus primeros años. Los miembros de KISS eran conocidos por sus trajes llamativos y maquillaje característico, pero en esta portada se presenta un KISS más formal y elegante. Combinar el maquillaje y la estética de KISS con estos trajes de corte clásico es algo que puede parecer, y es, irreverente. Además del nombre del disco “Vestidos para Matar”. La portada contrasta lo glamoroso con lo rockero, lo común con lo sutil, lo elegante con lo rebelde. Estos chicos estaban preparados para conquistar un mundo que, en breves, se les abriría para que probaran todos sus placeres y excesos.
Del mismo modo, la portada también captura el espíritu de una banda que aún estaba en una fase de crecimiento y búsqueda de su identidad definitiva. Cada miembro de KISS aportó su personalidad al concepto visual de “Dressed to Kill”, y los trajes en la portada no fueron una casualidad. Paul Stanley, con su traje de sastre, parecía evocar a una figura de poder, pero también de misterio. Su presencia en la portada refleja su visión de la banda como una entidad que no solo se definía por el sonido, sino también por la proyección de su imagen. Por otro lado, Gene Simmons, conocido por su estilo extravagante y su característico maquillaje de demonio, estaba vestido de manera similar, pero su postura y actitud seguían reflejando la rebeldía que definía a la banda, además de los zuecos que calza. Ace Frehley se presenta en la portada con una actitud que denota su visión relajada pero comprometida con el grupo. Finalmente, Peter Criss con su porte serio pero elegante, también contribuye a la dualidad de la imagen, balanceando la formalidad de los trajes con la irreverencia del rock. No sé hasta qué punto eran conscientes de lo que estaban creando KISS en estos momentos con esta portada. Sin duda alguna, una de las portadas más representativas e icónicas de la historia del rock y que demuestra el legado de KISS y del propio disco.
Como se suele decir, el ser humano frente a la adversidad se supera. Y eso es lo que podemos observar con este disco de KISS. No fue de los más vendidos, no fue el más mimado en cuanto a la composición y la producción, pero sí fue el que encaminó a la banda en lo que querían hacer y lo que querían conseguir. Puede que sea un disco popero, predecible y repetitivo… si seguimos críticas de la época aparecidas en “AllMusic” o “Rolling Stone”, pero tras cincuenta años de su lanzamiento, “Dressed to Kill2 sigue siendo un testimonio del empeño y la creatividad de KISS en tiempos de adversidad. Como bien decían estos muchachos, "Rock and Roll All Nite and Party every Day".
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