Opera Magna - 29/02/2020 - Sala Moon (Valencia)
La vuelta de Ópera Magna a Valencia se ha hecho de rogar más de un año desde que en febrero de 2019 hicieran su pequeña gira de acústicos de presentación del Acto III de Del Amor y Otros Demonios (y del disco con los tres actos juntos) por distintas tiendas FNAC de la Península.
Tras su paso por Madrid, llegó el turno de, por fin, tocar en casa. Y ese hecho no solo lo recalcaron varias veces, sino que echaron el resto, además de una pequeña fiesta extra en el Pub Alcatraz. Pero vayamos paso a paso.
El concierto tuvo lugar en la Sala Moon, casi en el centro de Valencia, donde alrededor de las 21:15 los Magnos entraron en escena con “Del Amor y Otros Demonios”, introducción del primero de los tres actos del disco del mismo nombre, seguido con “Por un Corazón de Piedra” y con la confirmación de un hecho muy especial: No sólo era la vuelta a casa de la banda, era el primer concierto donde se tocarían, sin excepciones, peros ni excusas de ningún tipo, los tres actos seguidos. Tema por tema y en orden. Así, la banda liderada por José Broseta desgranó un primer acto impecable pero sin sorpresas. Sonaron canciones ya habituales en el repertorio, como “La Herida” y otras como “Oscuro Amanecer”, menos habituales en sus directos, y cuya referencia a la “Marcha Imperial” de “Star Wars”, interpretada en un solo sin mácula del gran Francisco Javier Nula, provocó más de una sonrisa entre el público. Sin embargo (y afortunadamente) no sería el único guiño a la cultura friki que ésta banda regalaría a los fans más avispados. El segundo llegaría en el segundo acto.
“Rojo Escarlata” fue la obertura del segundo de los tres actos, que dio paso a “Para Siempre”, primer single, y que escondía la segunda de las referencias, ésta vez a “Regreso al Futuro” (y no olvidemos el pequeño detalle que el vocalista llevaba a modo de colgante, del anime “Naruto”…). Seguidamente llegó uno de los primeros momentos de pausa dentro del concierto. Debido a problemas externos, el teclista, Rubén Casas, ha tenido que abandonar la formación y ha sido sustituido en la gira por Nacho Sánchez, teclista de la otra banda de José Broseta, Systemia. Sin embargo, a modo de despedida, Rubén volvió a escena por última vez para interpretar “Donde Latía un Corazón”.
Tras un pequeño momento de confusión de temas, fue el turno de uno de los temas más épicos de los tres actos, el himno de hermandad “Hijos de la Tempestad” y, como final del segundo acto, “La Trampa del Tiempo”, otro de esos temas que, al estilo de “Oscuro Amanecer”, no son tan habitualmente interpretados en directo pero no dejan de ser impresionantes.
Ya pasado el ecuador y rozando ya el final del concierto, dio comienzo el Acto más joven de los tres, que se iniciaba con “Requiem por un Vivo”, pieza elegante, coral y oscura que anticipaba a “Mi Reino, El Olvido”, el segundo single de éste tercer sencillo de la trilogía. Lo siguieron “Una Piedra en Dos Mitades” y el que fue definido por ellos como un tema piratesco, “In Nomine” (que en su versión acústica remitía a las bandas sonoras de un western, curiosamente polifacético). Por desgracia, la llegada de “In Nomine” era ya el preludio del final de los tres álbumes, que finalizaba con la grandiosa despedida que era “Lo Soñado y Lo Vivido” que, pese a la falta de la colaboración de Miguel Ángel Franco, brilló con fuerza en un desenlace apoteósico y que ponía los pelos de punta que, además, contó con una pequeña anécdota: Una de las baquetas de Adriá Romero salió de su mano brevemente. Nada destacable realmente, pero no menos gracioso.
Y ahí podría haberse quedado todo. Una trilogía completada sin faltarle una coma y con la perfección de la que siempre hacen gala los valencianos. Lo cierto es que aún quedaban bises y uno de los momentos más duros y bonitos de toda la noche: Broseta anuncia, tras comentar brevemente la presencia de su madre entre el público, que hay una pequeña dedicatoria a su padre, fallecido hace pocas semanas, y que se trata del fragmento melódico de “El Último Caballero”, del disco homónimo y debut de la formación. Un fragmento de duelo que llevó a las lágrimas a más de un asistente y que fue recibido con un aplauso estruendoso.
En ese momento ya era la hora de la despedida, y pese a no quedar más temas de la trilogía, sí que aún quedaban dos álbumes a los que recurrir, uno de ellos, “Poe”, llegó con “El Pozo y El Péndulo”, para finalmente cerrar con el tema cuya primera palabra (¡Luz!) es probablemente la más coreada de todo el repertorio: “Horizontes de Gloria”, también del disco debut.
Con esto terminaba el concierto, demostrando una vez más que Ópera Magna está entre las bandas más fuertes del panorama del power metal estatal. Músicos impecables, un público que se vuelca sin una sola duda en ellos, incluyendo niñas pequeñas en primera fila que no bajaron el brazo ni los cuernos ni una sola vez… Es que realmente no tiene sentido decir más. Ojalá no tarden en volver, porque desde luego sus directos se hacen demasiado breves.
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